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miércoles, 6 de junio de 2012

Lujuria, envidia y orgullo.

Últimamente he sometido a observación a mucha gente que conozco, su forma de actuar ante lo imprevisto, su modus operandi, sus decisiones, y todo aquello que esculpe su imagen ante los ojos de los demás, y me he topado con conclusiones bastante... Culminantes. Todos sabemos que Facebook está lleno de carajitos y carajitas que, si el 'orgullo' fuera un cáncer sin descubrir, estarían destinados a morir, ni la quimioterapia los salvaría. Gente que, vive de la imagen, de lo que les pasa al frente, todo aquello que se pueda etiquetar como sexual, lujurioso, provocativo. Y si es fácil de conseguir, mejor. Tipas (porque no se les puede decir 'mujeres') que se toman fotos que, en lugar mostrar belleza, pureza, madurez, o si quiera inteligencia, sólo muestran lo que las masas piden, lo más terrenal, carnal y sexual que puedas mostrar. Gente que se sienten dioses, o superiores a los demás, dejando de lado que la misma lanza que mata al pobre, mata al emperador.

Una minifalda que controla vidas, un servicio que reemplaza el contacto humano, una búsqueda por lo fácil que hace que el esfuerzo, el sudor, las lágrimas y la espera, hayan sido en vano. Porque lo fácil ahora, es lo mejor (o eso es lo que muestran en televisión). Mujeres que se desmoralizan porque tienen a los hombres a sus pies, por el color de su lencería. Hombres que se enemistan por un par de labios. Artefactos que te ponen todo a la mano para que no te muevas. Llámalo innovación, llámalo progreso, llámalo efectividad, llámalo facilidad, llámalo comodidad... Yo le digo, dejar de ser.

Niñas que se quejan que los hombres somos terribles, que somos unos perros, que 'mejor sola que mal acompañada'... Claro, si apenas te sientan abres las piernas. Hombres que sueñan con tenerlas a todas, no se dejan ensuciar la ropa por la primera que lo rechace, y así se van, tomando, tomando, tomando hasta que crecen, se ven con 30 y se dicen así mismos, que se gastó la vida en pequeñeces. Ver caer a los que quizá merecían el corazón de su amada, junto con el sostén de su amante, junto con el pantalón que le humedece.

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